lunes, 31 de agosto de 2009

Poema del viajero

El perdido.

Se desmontan las palabras
frente a un viaje de amnesia
que no llevo lejos su imagen.

Corriste por el patio del mundo
mientras llovía dentro de casa,
te quitaste los zapatos inútiles
para cortarte los píes inservibles de tanto caminar.

Las mejores respuestas
están donde no hay interrogaciones
donde una dulce mirada
pasa las horas en el olvidadero.

Ahora vas a cien por hora
acorralando a tu vida contra las cuerdas
armando la boca de lujuria demodé
y vicios de aficionado de gala.

Las blasfemias perpetuas de la cantina
nos han hecho fuertes a todos
y ahora los problemas fallecen
en colgantes y bisutería barata
y aunque te parezca baladí,
tenemos esperanza fresca
durmiendo bajo las pestañas.
A contrarreloj


Si el cenicero se llena
hasta el final del verso
y el tiempo no corre
hacia la puerta de atrás
empezaré a tener esperanza.


Algo sucio en los bolsillos
siempre es algo en los bolsillos.


Tengo fe en los días
en los que no hay
tinta en la pluma ni el tintero.


Al poeta nunca
se le finaliza el contrato
aunque no tenga nada que decir
aunque las cenizas lo bañen
y las colillas quemen sus dedos.


Tengo fe en los días
en los que no hay
tinta en la pluma ni el tintero.