Los pobres beben más en invierno
bajo cantinas de frío antiguo,
de peste.
Una mujer bajita, aviva el fuego de una chasca
y entreteje un jersey mientras vende el desuso.
Una tropa de hombres pasan aletargados
por esa ola de dedos entumecidos y letras parcas.
Madrid se adormece otra vez sobre su cascaron,
blanco como el calostro, haciendo suaves sus hogares
los cartones o su rincón para morir.
Ha comenzado a nevar,
y no todas las rosas
seguirán vivas al amanecer.
seguirán vivas al amanecer.
1 comentario:
Me interesa, me gusta. Bien. Gracias
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