Levántate y anda.
Lameros como una vaca fértil
las heridas, los duelos
cornearos las tormentas
reconocer las solución
leer en los rostros
los surcos adolescentes
de los cuarenta.
Así os encontrais
noche tras día
siguiendo los caminos
que pudieron ser
y son lo que son.
Quién dijo
que no se podía sonreír
con tan poco
metido entre pecho y espalda
Confuso y esquivocado se refleja
en nuestra felicidad.
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